¿Cómo aprendes a ser
maestra? Repensar el género en la Educación Infantil es el título de este
artículo de Estíbaliz Aberasturi y Jose Miguel Correa que trata sobre una
investigación hecha a alumnos/as estudiantes en el grado de Educación Infantil.
En él, se repasa la problemática del género y ciertos juicios perniciosos sobre
esta profesión.
Educación Infantil, al
igual que otras profesiones de cuidado, siempre ha estado ligada a las mujeres
por su rol femenino, en nuestra sociedad, de comprensión, cariño y paciencia.
La segregación de los géneros en la educación crea una discriminación de doble
sentido ya que los hombres predispuestos a estos trabajos también sufren:
la no contratación, los insultos, las vejaciones, etc. En esta sociedad algo
arcaica, resulta que los varones todavía no encajan en el plano educativo y son
heterosexualmente sospechosos. El artículo recoge ciertas opiniones de alumnos
de Educación Infantil que reflejan el miedo a actuar de forma cariñosa
con los/as niños/as por las posibles vejaciones que puedan sufrir y explican
como a la mínima los/as padres/madres te quieren denunciar.
Esta exclusión (el 90% de
las docentes son mujeres) hace que la profesión de educar, como una profesión
del cuidado, perpetúe como una tarea asignada a las mujeres y, de misma manera,
que la presencia masculina siga siendo minoritaria. Estibaliz y Jose Miguel
hacen hincapié en que abrazar ambos géneros enriquecería y mejoraría tanto el
ciclo de formación como las aulas de los colegios. A pesar de ello, comentan
que acoger a los dos sexos en las aulas no garantizaría la diversidad ya que se
volvería a caer en la norma, asumiendo que el modelo de familia heterosexual es
el apropiado, devaluando otros modelos. Por ello, habría que replantearse la
educación y revisar las “reglas del juego”.
A parte de que la Educación Infantil es presionada por cuestiones sociales del tipo que hemos explicado anteriormente, también sufre un continuo desprecio y es infravalorada. Comentarios como “muchas vacaciones”, “para estar con niños no hace falta carrera universitaria” o “¿para qué estudiar? ¿Para cambiar pañales?” siguen siendo típicos.
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