El
colegio donde realicé las prácticas fue Carmelitas Sagrado Corazón. Es un
centro cristiano, ubicado en el centro de Vitoria-Gasteiz, a escasos minutos
del Campus Universitario de Álava-Araba.
Carmelitas
Sagrado Corazón dispone de mucho apoyo tecnológico, tanto para los/as alumnos/as como para los/as docentes. Cada alumno/a, desde hace unos años en 1º de Educación Primaria, dispone de
un iPad propio que las familias "compran" mediante un sistema renting.
Además, la clase también cuenta con un proyector, que se utiliza prácticamente
en todas las asignaturas. Al igual que el alumnado, el profesorado también
tiene un iPad para "transportar" los libros de textos, anotar quién
ha faltado a clase, comunicarse con los padres y madres, etc.
Los
iPads solo se usaban en momentos puntuales, bien para jugar con alguna
aplicación educativa o para hacer actividades de los libros de texto virtuales.
En cambio, el proyector, se usaba constantemente, sobre todo para proyectar
fichas que tenía el/a profesor/a en su tablet y ver videos.
En
mi opinión, se hacía un uso desmesurado de las nuevas tecnologías, y esto puede
derivar en problemas tanto cognitivos como físicos. Cuando el/a profesor/a ponía un
video en el proyector o simplemente una imagen, los/as niños/as se quedaban embobados/as,
como si estuvieran "alienados". Esto fue algo que yo observe durante
mi estancia de prácticas que puede que otra persona lo interpretara de una
forma positiva, pero yo no. Así como también, siempre había mínimo un/a alumno/a
frustrado/a porque no le funcionaba bien el iPad, hasta a mí a veces se me
agotaba la paciencia intentado arreglárselo. Por no decir los problemas de
vista que puede producir el exceso de utilización de las pantallas.
No
apoyo el no uso de las Tics, pero sí una utilización más controlada y medida
tanto dentro como fuera del aula. Como dice Dimitri Christakis, director del
Centro de Salud, Comportamiento y Desarrollo Infantil del Children Seattle
Hospital, la solución pasa por limitar el uso de los tablets y teléfonos
móviles a los/as más pequeños/as de la casa, de modo que no pierdan costumbres
típicas de cualquier ser humano como es la conversación o el disfrute de los
juguetes de toda la vida.
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